Una carrera alocada por combatir la inflación han encarado los bancos centrales. Cada cual intenta mostrarse más agresivo para intentar recortar en parte, y por ahora sin mucho éxito, un costo de vida generado artificialmente a fuerza de emisión de dinero, y de altos precios de la energía.

Este segundo factor, que muchos intentan explicar como principal causante de la inflación, tiene ahora un relativo peso. El petróleo se encuentra en el mismo nivel que antes de la invasión de Rusia a Ucrania. De todas formas, como suele suceder, cuando el petróleo aumenta, los precios del combustible se disparan sin demora, pero cuando la materia prima pierde valor, las empresas buscan decenas de pretextos para no mover sus precios a la baja. Si Usted, amigo lector, cree que eso pasa solo en su país, respire aliviado: es un fenómeno mundial.

El gas natural sigue dando que hablar. El invierno europeo se acerca, y Rusia coquetea con un corte general de suministro a los países de la Unión, lo cual podría generar un caos energético, y complicar aún más la economía del continente, ya muy golpeada por la inflación en máximos de décadas, y por una recesión que asoma su nariz. Los datos de manufacturas y servicios de Alemania, conocidos el viernes a primera hora, son elocuentes: ya muestran contracción en ambos sectores.

Del lado de Estados Unidos la situación es similar: el fantasma de la estanflación aparece con fuerza, a pocos días de los anuncios de la Fed, que ahora parece preocupada por la inflación, cuando pocos meses atrás la consideraba un fenómeno momentáneo.

Habrá que ver ahora hasta cuando los bancos centrales tendrán el camino libre para subir sus respectivas tasas con una recesión en puerta. El Banco Central Europeo dio un paso importante: elevó su tasa después de 11 años. Al igual que la Fed, parece haber tomado la decisión a destiempo, justo cuando la economía comienza a dar signos de complicaciones importantes.

Pero llega la Fed. El miércoles, el Sr. Powell y su Comité elevarán, en principio, en un 0.75% la tasa de interés, que quedará en el 2.5%. Muchos arriesgan que el aumento puede ser del 1%, algo que no sucede desde hace más de 25 años.

El euro, la libra esterlina y el yen se alejaron de sus respectivos mínimos de muchos años esta semana, impulsados por distintos motivos. Si la Fed procede como se espera, es altamente probable que el dólar vuelva a atacar.

Un alza del 1% en la tasa pondrá al billete en carrera por nuevos máximos en todos los frentes. SI el aumento es del 0.75%, su alza será algo más moderada. Y si la Fed toma en cuenta no solo su repentina preocupación por la inflación, sino una alta probabilidad de estanflación, deberá pensar muy bien que hará en septiembre, en oportunidad de su próxima reunión de política monetaria. Y allí el dólar no podrá estirar mucho sus ganancias.

Un día después de la Fed se conocerá el PBI avanzado del segundo trimestre. Para muchos, será el ingreso a una recesión, dado que el primer trimestre finalizó con un -1.6%. Para otra biblioteca, falta un trimestre más.

Como sea, pareciera que, más allá de máximos circunstanciales que pueda observar el dólar en los próximos tiempos, su techo aparece cercano. El euro, la libra, el yen y el oro vislumbran una buena oportunidad de salir de sus incómodas posiciones actuales.

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